Esa palabra simplifica todo lo vivido hoy domingo 9 de junio del 2019 en la comunidad Mbya Guaraní "Yvytu porá" (lindos vientos). Gratitud por el intercambio cultural y emocional, gratitud por el suelo que pisamos y respetamos. Gratitud por aceptarnos mutuamente, gratitud por cocinar con amigos...
El plan era salir a las 08:30 de Posadas para llegar a las 10:15 (demasiada confianza nos tuvimos en el momento de la planificación), un viaje de 90 minutos aproximadamente. Entre una cosa y la otra cosa y la otra cosa y la otra cosa salimos a las 11:00 para llegar a las 12:48 en punto al cartel que te invita a conocer el "sendero Yvytu Porá", 400 metros de camino de piedra (sin ningún problema) te dejan en el "centro" de la comunidad, la escuela con una bandera flameando, niñas y niños corriendo, un perro que los persigue tanto a ellos como a la pelota, bajo el puente corre un arroyito, sobre el lado izquierdo vemos el sector destinado al baño, con vergüenza miro y veo dos mujeres bañándose (una se tapa con la mano, la otra ni se percato de nuestra presencia), mi incomodidad se basa en prejuicios impuestos, en inseguridades personales y mis intentos de no ser irrespetuoso en una cultura que en muchísimas cosas es muy diferente a la nuestra, ni mejor ni peor, diferente, pero haciendo un análisis individual y muy subjetivo, en varias cosas mejor, mucho mejor... Seguimos avanzando hasta el almacén y la huerta de orquídeas, ahí veo un chico que levanta la mirada, sonríe, se levanta de la silla saludando, levantando la mano derecha... tiene una camiseta de fútbol, dientes grandes y blancos, una sonrisa real y sincera, frenamos, me bajo a saludarlo gritándole "Hola Fabian... tarde pero llegamos...", el solo sonríe, se acerca y me dice "Hola Saúl, que lindo que viniste, te extrañe..." y nos abrazamos unos segundos, con esas palabras reconfirme lo que sentía, que era aceptado y mas que eso, ya eramos amigos, un aire de tranquilidad recorrió mi cuerpo llevándose varios prejuicios y preconceptos, dejando ahí parado un cocinero con ganas de prender el fuego y compartir con amigos un intercambio de saberes, dar para recibir, siempre agradeciendo: AGUYJEVETE!
Llegamos y nos pusimos a cocinar, el fuego se prendió en minutos, solo bastaron 3 troncos ya encendidos que trajeron de la "cocina" y unas ramas que fuimos a buscar con Anibal. Descargamos lo que llevamos sobre la mesa de madera que nos ofrecieron para montar la improvisada cocina al aire libre, fácil, simple, cómodo y prolijo. Una gran parrilla nos facilito mucho el trabajo, sobre ella montamos la gran olla (que pedimos prestada a las cocineras de la comunidad) y comenzamos a tirar vegetales para el jopara, conversando me dice Anibal "Si si, hacemos jopara, conozco, pero no así, lleva maíz, porotos y alguna carne... muchos vegetales ese, pero bien, esta bien... esta bien", expresando con respeto y midiendo mi reaccionar ante sus palabras, ambos nos estábamos conociendo y entendiendo en la cocina, donde la sensibilidad muchas veces juega un papel importante. Doramos bien los vegetales y empezamos a tirar los porotos que lavamos previamente en una palangana (también de buen tamaño, al vivir en comunidad no se cocina para unos, se cocina para todos), llevamos 6 clases de porotos, reservamos algunos que intercambiamos para nuestras respectivas huertas. Ya en marcha el Jopara. Calculo que ya eran las 13:45, el plan era que auspicie de merienda-cena... en la mesa ya eramos 6 o 7 personas aproximadamente, la compañera de Anibal (con la cual tiene 2 hijos) es la hija de Juanita, la cacique. Algunos niños corriendo cerca miraban los vegetales y los hongos por sobre todo, con risa cómplice. Las chicas se ofrecieron a ayudar con el mbeju, elaboración que obviamente practican a diario, el mbeju clásico en una comunidad es fécula y agua, el nuestro seria mestizo, con el agregado de leche, queso y manteca. Nadie objeto que lleve esos ingredientes, al contrario, agradaba y mucho ver el queso fresco de chacra rallado incorporándose a la masa que tanto conocen... Propusimos que los hombres también se sumen a la mesa de cocina, teníamos apoyo en la olla del jopara, revolviendo constantemente para que se siga dorando y no se pegue, pero queríamos romper con que solo las mujeres cocinen, ellas reían ante la propuesta, pero sucedió, Anibal se arremango y metió mano al boul negro de plástico, así mismo su compañero con cierta timidez agarro el boul verde del mismo material. La situación ya estaba en marcha, al jopara le fuimos agregando agua y mas ramas abajo, el fuego se avivo y a pura llama borbotoneaban los porotos de un lado a otro, con tantos colores como vegetales tenia la olla, el mbeju en un abrir y cerrar de ojos volvió a las manos expertas de las cocineras. Me dispuse a empezar con el "curso" de hongos, despacio y sin apuro cortaba uno por uno, mostrando y charlando sobre ellos, su nombre científico, de donde provenían y demás detalles, hubo diferentes reacciones, miradas con ganas de morderlos, otros indiferentes pero escuchando atentos de reojo y otros (1 o 2 personas) rechazando la propuesta con un gesto de desagrado. Los niños seguían corriendo, cada vez mas cerca, mirando con mas detalles esos hongos en la tabla... Cuando las palabras estuvieron de mas la plancha apareció en escena, fue un monologo de chisporroteo y una melodía plagada de aromas que convenció hasta al mas lejano del deseo de degustarlos, los niños dejaron de correr. Bien dorados, vuelta y vuelta, un poco de sal y los sacamos, eran para el mbeju relleno, pero no podíamos desaprovechar ese momento mágico, invitamos a degustar, la gurisada sin mediar ni un palabra agarraban con una sonrisa y derecho al buche, sin pensar, felices volvieron a correr y al minuto de nuevo cerca viendo si seguía la degustacion de hongos. Los mas grandes también probaron, algunos con dudas otros muy seguros y confiados, excepto la compañera de Anibal que nos dijo "No gracias, no me gusta..." que abrió el debate sobre "No me gusta porque es raro, es raro porque nunca lo comí...". Pasaron los minutos, ya pasadas las 14:30 teníamos el mbeju relleno y cortado, fuimos repartiendo, nos acercamos a la semi ronda que estaba junto a la nosotros, en el centro estaba juanita en silencio tejiendo una canasta, era hipnotizador ver la agilidad en esas manos, junto a ella las tacuaras, algunas ya deshilachadas, otras enteras. Una a una hilvanaba las tiras de tacuara con una facilidad, si, parecía fácil, se veía fácil, pero lo pensabas un segundo y era imposible imaginar hacer eso mirando simplemente una tacuara, dura, firme, como seria posible a eso... Luego de brindarle nuestros respetos y palabras de agradecimiento a Juanita por recibirnos, surgió salir a un pinar cercano a recolectar hongos, eramos un grupo de 6 adultos y 4 o 5 chicos. El pinar estaba "abandonado", sin "ralear", ramas bajas, muy frondosas, y mucho pino guacho, era un bosque de película, una cubierta de hoja de pino color marrón claro con tonos naranjas y matas de verde en ciertos puntos específicos generaban una visual para no desperdiciar... Entre los mbya se comunicaban a lo lejos con sonidos, como de pájaro o algún tipo de animal, y se iban encontrando en ciertos puntos, algo increíble, nosotros en mas de una oportunidad casi nos perdemos. Si bien conocen el pinar, el sentido de orientación y coneccion con la naturaleza es envidiable, a la vuelta de la recolección salio partidito, sin distinción de genero, chicos y chicas por igual, mi partido duro 8 min. aprox. La vuelta a casa nos esperaba cargados de felicidad e ideas flotando en la cabeza esperando gestarse y nacer.Y con la cesta que nos obsequio Juanita, la misma que estaba tejiendo en el momento que estábamos cocinando. Un tesoro muy preciado para nosotros que nos acompaña en todo momento en el restaurante.
Cocinamos:
-Mbeju relleno con hongos de Misiones.
-Jopara con 6 clases de porotos locales, vegetales de la chacra, mandioca, maíz.
La comunidad Yvitu Porá ofrece un sendero para los turistas, que incluye música típica e historias muy interesantes sobre su cultura, mas algún tentempié cocinado a las cenizas. Muy recomendable y accesible.
Ubicación: se encuentra a 18 km de la zona urbana de Aristóbulo del Valle. Acceso a 400 mts. de la Ruta Provincial Nº 7.
-27.102616,-54.96645
Con la cacique Juanita |
Maíz nativo |
Maíz nativo |
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